La pregunta por la identidad de lo salteño, manifestado en su literatura, ha sido planteada por Santiago Sylvester tocando, como pocas veces se hizo en Salta, la médula misma de la cuestión. Ese texto fue publicado en "Agenda Cultural" del diario EL TRIBUNO el 27 de abril de 1997. La solvencia del análisis y el trasfondo de conocimiento profundo que Sylvester despliega hacen de este ensayo un punto de partida para un debate que aún tiene que desarrollarse.
En primer lugar, porque la cultura salteña se lo debe a sí misma como una forma de tomar plena conciencia de lo que fue, a partir de lo cual puede plantearse qué puede ser en adelante.
Segundo, porque el espacio de tiempo de una conferencia o de las páginas de un suplemento no es suficiente para abarcar todos los aspectos que un asunto así ofrece. El aporte de Sylvester tiene que ser seguido por otros y no necesariamente para asentir sus opiniones.
En tercer lugar, porque la pregunta misma es un signo de madurez y de apertura a lo universal. Aunque mayores signos de lo mismo serán aquéllos que se esfuercen por responderla con sentido crítico, sin concesiones y sin apelar a los lugares comunes del largo ciclo de cerrazones y exclusiones.
Cuarto, porque si por la propia naturaleza de la pregunta no puede dar lugar a respuestas cerradas de una vez para siempre, es preciso enriquecer al máximo las aproximaciones desde los más variados puntos de vista, instrumentos conceptuales y experiencias.
Finalmente, porque el desafío del momento de claras y fuertes tensiones hacia la integración global tiene como contrapartida la afirmación de lo propio, de lo radical, de lo regional: aquello que, más allá de lo personal y familiar, podemos llamar "nuestro". En esa afirmación los agentes de cultura y los críticos tienen una responsabilidad específica.
Para hacer inventarios
En la exploración de la identidad, sin duda, los inventarios del patrimonio cultural tendrán un lugar ineludible, aunque su vocación y su importancia mayor sea permanecer como simples y modestos instrumentos. Pero tienen que estar disponibles y, por ende, tienen que elaborarse los que no están hechos y completarse los que hay. Puestos a hacer esos inventarios, ahora con recursos de tecnologías e investigaciones recientes, nos preguntamos qué se puede entender por "literatura de Salta", aunque los criterios son válidos para otros ámbitos de producción cultural, por ejemplo, la plástica.
Elaboramos una regla mínima de inclusión que nos parece útil al momento de aclarar ciertas situaciones dudosas. Según esta regla, las obras pueden tener de salteño:
- Un grado máximo de propiedad que consistiría en que un escritor salteño realice su creación sobre temas locales: paisajes, costumbres, episodios históricos, leyendas, etc., con un lenguaje saturado de términos regionales a falta de una lengua autóctona.
- Un grado medio que combine dos o más elementos de propiedad: una creación sobre temas locales escrita por un salteño; o bien, una creación de un tema universal escrito por un salteño en Salta, o bien una narración de un foráneo ambientada en Salta.
- Un grado mínimo de pertenencia, como en el caso de la obra sin rasgos localistas de un oriundo de Salta que vive fuera, o la obra de un no salteño de larga trayectoria e influencia en el medio, etc.
Todo esto puede llamarse "Literatura de Salta", a nuestro criterio. Pero es necesario admitir que, en último término, hay ciertas obras que son salteñas porque así nos lo parecen, aunque no podamos incluirlas en ninguna regla. Una aplicación posible ha sido ya experimentada en "Trotamundos y viajeros por Salta", antología inédita de la que somos autores con Gregorio Caro Figueroa.
Sin pretender pureza
Denis de Rougemont considera que es propio del pensamiento occidental tratar de conservar los dos términos de las antinomias, pero "no en equilibrio neutro, sino en tensión creadora". Cita a Heráclito: "Lo que se opone, coopera, y de la lucha de los contrarios surge la más bella armonía".
Esto parece muy pertinente para comprender la relación existente entre literatura local y literatura universal. Sería imposible definir una literatura local en términos que ignoren lo universal, bajo el riesgo cierto de "inventar paraguas" constantemente. Como sería imposible hablar de una literatura universal sin consignar los particularismos, los rasgos, matices o caracteres más pronunciados que constituyen una forma más propia de hacer lo común o de encarnar una corriente. Valga esto para admitir que en la búsqueda de "lo salteño" y en la definición de su identidad, estaremos las más de las veces ante objetos con mayores o menores grados de mezcla, y muy pocas veces, o ninguna, ante un producto "puro".
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